El libro
La mente holográfica, el libro
Un Modelo efectivo para generar cambios rápidos y perdurables
¿Dónde está la mente? Esta pregunta ha sido contestada a lo largo del tiempo de muy variadas formas. Durante siglos, los seres humanos buscaron la mente dentro de la cabeza porque sabían que allí estaba el cerebro. Esta idea parecía indiscutible, pues es dentro de la cabeza donde escuchamos la “voz del pensamiento”. Sin embargo, observamos que las personas, al comunicarse, requieren de ciertas distancias o realizan gestos con las manos, señalando y “tocando” lugares en el espacio que los rodea. Esto nos dio la pauta de que la mente necesita desplegarse fuera del cuerpo, en un espacio virtual que lo rodea y que, a la manera de un holograma, coexiste con el espacio real.
Cuando pensamos, nuestra mente no está estrictamente dentro del cerebro, sino que realiza disposiciones, configuraciones mentales en el espacio alrededor y a través del cuerpo. Existe una inteligencia metasensorial que organiza el pensamiento en campos de representación virtual y los ordena en ubicaciones específicas del espacio peri-corporal otorgándoles sentido de acuerdo a ciertas distinciones básicas mediante las cuales las personas construyen su experiencia del mundo. Así es que, aun cuando no sean conscientes de ello, los gestos que las personas realizan con sus manos y brazos al comunicarse van señalando distintos lugares en el espacio donde la mente representa o “proyecta” los pensamientos de acuerdo a cierta clasificación, por ejemplo, lo que consideran bueno o malo, lo que creen posible o no, lo que ocurrió en el pasado, lo que está sucediendo ahora o están proyectando a futuro. Las direcciones de los gestos y las miradas –hacia arriba o abajo, a un lado o a otro, detrás, delante o a través del cuerpo– conforman una matriz virtual tridimensional que coexiste con el espacio real a la cual denominamos Holograma Mental. Los campos de representación son estables y perdurables en el tiempo, es decir que mantienen una ubicación relativa en el espacio virtual, una cierta distancia con respecto del cuerpo y otras cualidades críticas como el tamaño, la forma y la densidad. Sin embargo, el Holograma Mental no es una estructura inerte que explique por sí misma la manera de pensar, los sentimientos y las emociones de una persona. La mente genera encadenamientos, secuencias y simultaneidades de representaciones virtuales en imágenes, sonidos y sensaciones. Por eso afirmamos que el Holograma Mental es un sistema dinámico mediante el cual exploramos, procesamos, creamos, adquirimos certezas, establecemos prioridades, advertimos peligros, nos motivamos, generamos estados emocionales, nos comunicamos, aprendemos, cambiamos.
El pensamiento, el espacio y la sensación están imbricados en un sistema holográfico que actúa como filtro de nuestra percepción y afecta nuestra experiencia de la realidad. Cuando proyectamos un pensamiento en el espacio virtual que nos rodea, no somos conscientes de que existen campos holográficos cargados de sentido que nos generan juicios previos que influyen sobre nuestro estado emocional y facilitan –o entorpecen– nuestras posibilidades de acción para alcanzar los resultados que deseamos.